domingo, 13 de enero de 2008

ELEGÍA A ÁNGEL GONZÁLEZ


Expolio cruel de un vil Enero cano
que en pos de una codicia compulsiva
robó, arrancó, sesgó lo más humano
que nunca dionos la palabra viva.
.
Se lo llevan las musas de la mano,
Heraldo de la rima inquisitiva,
verde viejo con versos de asturiano
y voz de la conciencia colectiva.
.
Tus dedos de amarillo cenicero
recorren los renglones del ocaso
con el fiel desarraigo del viajero.
.
¿De quién será la pena de tu vaso,
tu chaqueta de paño, tu mechero,
tu colección de plumas del Parnaso?
.
El Trovador Errante

lunes, 26 de noviembre de 2007

EL DEDO DE DIOS


En lo referente al sistema selectivo de jueces y magistrados no sé qué me da más miedo. Si depender de los tribunales que, al efecto, nombra el Consejo General del Poder Judicial, con su correspondiente dosis de endogamia, o, por el contrario, y como apuntan algunas voces con talante reformista, estar a expensas del cortijillo universitario.

En ambos casos, el enchufe y el favoritismo están garantizados. Eso no es nuevo. Lo que sí cabe apreciar es que, siendo inevitables, es mucho más preferible que el sistema de selección dependa, como en la actualidad, de un tribunal colegiado, nombrado al caso por el órgano de gobierno del poder judicial (y que desaparece una vez realizada su función), que no pasar la pelota al compadreo universitario, cuyos catedráticos, muy sabios todos, están perfectamente instalados de por vida y tendrían potestad para hacer, deshacer y favorecer per seculum seculorum. No digo que todos fueran a actuar así, pero potencialmente es un peligro para un proceso selectivo basado en los principios de mérito, capacidad e igualdad, como preceptúa la Ley. Si quieres ser un limpiabotas, te tiene que examinar un limpiabotas. Nadie de fuera debería hacer ninguna criba. Y para la idoneidad de acceso al proceso selectivo basta, a mi juicio, con la mediana objetividad que demuestra un título universitario. Un título que iguale a todos.

Ahora bien, si lo que quieren es aumentar el número de opositores, facilitar el acceso a la carrera judicial y seleccionar a los mejor preparados hay medios para hacerlo que no tienen por qué pasar por la entrega de potestad seleccionadora a otras entidades. Ya nos basta con una. Uno de ellos sería, por ejemplo y en primer lugar (si lo que queremos es un mayor número de opositores) reducir los temarios. Bien es cierto que un juez debe de estar bien formado pero también es verdad que el ejercicio de la potestad jurisdiccional no pasa por recitar de memoria el fuero de Baylo. No es necesario. Como del mismo modo no se exige el conocimiento de otras disciplinas que igualmente sería valiosas para el desempeño, en algunos casos, de dicha función, como son por ejemplo la Psicología, la Psiquiatría o la práctica forense. Otra idea fácilmente aplicable para que no se reduzca el número de opositores sería, simple y llanamente, cambiar la modalidad de examen. De oral a escrito. La tensión es menor y la voluntariedad a su intento se acrecenta sin merma de una disminución de conocimientos.

Y finalmente, si lo que queremos es que accedan los más preparados, que sea la propia Escuela Judicial, que es la que forma a los jueces, la que suba el nivel de exigencia una vez aprobado el proceso selectivo (no como en la actualidad, donde el 100% de los jueces en prácticas aprueban el periodo de formación y prácticas en dicho centro). Que sea en la Escuela Judicial donde se realice la verdadera criba, ya que allí es donde, en puridad, se enseña el oficio. No hace falta que los profesores universitarios, cuya tarea por otro lado es muy noble, seleccionen con su dedo divino, y con tan sólo dieciocho años de edad a quienes según ellos, que no conocen el oficio, son aptos para ser los jueces y magistrados del mañana.



El Trovador Errante

viernes, 14 de septiembre de 2007

TURISMO OBSERVACIONAL Y "TURISMO" COMPROMETIDO


Los países pobres me dan muchísimo miedo. Los que pretendemos un mundo mejor y sabemos que la solución pasa por el compromiso con los desfavorecidos sentimos pánico cuando se nos plantea la posibilidad de viajar a uno de estos lugares donde la pobreza te mira con ojos de niño. Me da miedo porque soy incoherente. Hay, conozco, gente cuyo compromiso en estos temas es tan fuerte que lo han arraigado en su vida en forma de visitas periódicas cada año. A veces durante todo un año. Y ,a veces, de por vida. Visitas a países pobres que han hecho suyos para comprometerse, mezclarse, compartir bienes y problemas con los más necesitados. Mi compromiso no es tan fuerte pero tampoco ninguno. La última experiencia de valía que yo viví en ese sentido, fue el viaje a Marruecos donde un puñado de hermanos y yo nos tiramos un mes en el orfanato “La Maternité” (en la peor época de ese centro, gracias a Dios y a mucha gente ya ha cambiado algo) cuidando, lavando, atendiendo, jugando y dando de comer a niños abandonados, muchos de ellos tetrapléjicos y enfermos mentales (dicho sea de paso, por si alguien anda despistado, por este tipo de cosas, huelga decir que no cobramos un duro). Aunque fueron los franciscanos quienes nos acogieron, éste es un centro público del Estado. Lo digo para los que se crean que el viaje lo hacemos ligados, únicamente, a instituciones religiosas.

Es entonces cuando recuerdas ese comentario, o lugar común, según el cual no hace falta profesar un determinado credo para que te comprometas con acciones nobles y te pringues las manos directamente con el que pasa hambre. Mire usted, yo eso me lo creo. De verdad. No lo voy a negar. Pero luego está mi experiencia, y eso no es opinable. Es lo que he mamado. Lo que he vivido. Y lo que he vivido es que la mayoría de gente que conozco que se han involucrado con proyectos de esta índole, haciendo suyo el olor a heces y orina de los desarraigados, compartiendo su tiempo y su dinero, son gente perteneciente o ligada a la Iglesia Católica (dígase Grupo de San Francisco, Hermanas de la Consolación, Hijas de la Caridad o bien grupos independientes pero simpatizantes o vinculados con los anteriores como el Grupo de Misiones de San Francisco, Consolación por el Mundo, Juventudes Marianas Vicencianas, Delwende, Colaboración y Esfuerzo etc..).

Alguno me dirá que quizá yo sólo me muevo en ambientes religiosos y precisamente por eso no conozco otros casos… pero no es así.

De entre los amigos que tengo dedicados a la medicina y que son ateos, conozco a varios (no muchos) que también se han involucrado del mismo modo.

De los amigos y conocidos que tengo (y son muchos) dedicados de lleno a la política y a elaborar discursos sobre los derechos humanos no conozco a ninguno (salvo Manolo y Reyes) que se haya pringado las manos tocando a un pobre más de un mes. Y lo peor de esto es que algunos de estos amigos y conocidos ni siquiera hacen eco, valoran, acompañan o se pronuncian sobre las actividades de amigos suyos (amigos y amigas que a veces se juegan mucho) vinculados a este modo de vida. No sólo no se pronuncian ni lo acompañan cuando se enteran indirectamente sino que tampoco lo hacen cuando se les informa directamente. Y es que una cosa es teorizar acerca de los derechos sociales y otra es estar cerca del pobre. Debe de ser el veneno de las teorías, las elucubraciones y los batiburrillos dicotómicos. Aunque yo creo, estoy seguro, que también es posible que el compadreo elitista de pasillos, viajes, teorías y cafeterías en las instituciones políticas , nacionales y extranacionales, haga de impermeable para todo lo demás. Demasiado nivel para mancharse las manos. Es imposible cambiar el mundo desde un sillón de cuero. De este último grupo de amigos y conocidos, algunos, en ocasiones, se pasean en plan observacional por países donde la miseria aflora allá por donde vayas. No digo que eso sea bueno ni malo. No es una crítica. Sólo digo que yo no sería capaz de ir de turista a un país de esas características y que las veces que he estado en un país así, ha sido para hacer, con mucho esfuerzo, mucho miedo y muchas imperfecciones, precisamente todo lo contrario. Es mi opinión. Y, por ello, no me gusta que se fotografíe la pobreza y que se exponga en posters, adornando paredes, espacios o casas como artículos del National Geographic. La pobreza debe mostrarse cuando se lucha por ella, pero no exponerse como si fuera un paisaje natural. Porque el pobre tiene su dignidad. No es un objeto típico. No es folklore.

Únicamente me siento a gusto con las fotos que yo hice en ese viaje, porque son gente con la que yo he vivido. Y con las fotos de ese tipo que Mercedes tiene en su casa. Porque sé que a esa gente no sólo la ha tocado y acariciado durante muchos años con sus propias manos sino que, aunque sea por un tiempo, y mucho más y mejor que yo, se ha entregado a ellos con todo lo que es y todo lo que tiene. O con las fotos que ha hecho otra gente en esas mismas circunstancias. Porque, aunque lo repita en un post anterior, una cosa es predicar y otra es dar trigo. O mejor todavía, una cosa es dar peces, y otra enseñar a pescar.
EL TROVADOR ERRANTE

miércoles, 12 de septiembre de 2007

"ZAPATERO Y EL EFECTO PINOCHO" O "EL QUE SABE DE TODO MÁS QUE NADIE"


Yo, en política, como casi todo el mundo, no soy objetivo. Ni creo que nadie deba de serlo. Pero tampoco tengo puestas, como algunos, lo dejo claro, las orejeras del partido al que, frecuentemente voto. En cualquier caso intentaré, aunque sin poner demasiado empeño, que en este post no se derrame todo lo que pienso del asunto y, ni mucho menos, lo transmitiré del modo en que me gustaría transmitirlo.

Lo que no puede ser es que, por mucho talante que se abandere (cual estandarte que justificara todas las acciones y omisiones de uno), tres miembros de un gobierno caigan en contradicciones (graves) en poco menos de tres días. Yo, evidentemente, no sé de política ni de economía más que nadie pero, gracias a Dios, soy de los privilegiados que han tenido la oportunidad de estudiar una carrera así que, como poco, algo de formación tengo y, por lo tanto, cierta capacidad de análisis político para intentar comprender o entender las cosas. Aunque este asunto ni lo entienda, ni lo comparta. Y, aunque no se lo crean, he hecho por entenderlo. Igual debería compartir el argumento de un buen amigo mío según el cual uno tiene que respaldar siempre al gobierno porque éste tiene más información que nosotros.

En cualquier caso, es indignante que en tres días se nos presente el siguiente circo mediático y nosotros tengamos que aguantarlo. Un ministro de economía, hombre a mi parecer muy de fiar, que nos habla de “la maldad de las incertidumbres en la economía española” y, por otro lado, un presidente del gobierno que lo contradice anunciando que “la economía española está a prueba de bombas”. Muchos analistas explican, o más bien intentan justificar la aparente contradicción, argumentando con encaje de bolillos que, si bien Solbes habla de un modo académico y sin cuidado de la interpretación que se pueda hacer de sus palabras, Zapatero, por otro lado, mide las suyas de cara al pueblo. Así pues, argumentan, no habría contradicción ninguna porque cuando Solbes habla de incertidumbres se refiere a las incertidumbres que siempre, aunque sean mínimas, hay en la economía y, por consiguiente, Zapatero nos hace llegar, por tanto, un mensaje de tranquilidad explicándonos el comentario del ministro.

Y digo yo: Si un ministro está haciendo una declaración sobre un tema en concreto, dicho sea de paso bastante puntilloso, ¿es posible que a continuación se refiera, generalmente, a las generales incertidumbres de la economía en general?, ¿no es más fiable la declaración sobre política económica del Ministro del ramo (un prestigioso economista de solvencia) que la del presidente del Gobierno?, por otro lado, si Zapatero lo que ha hecho, como fabulan los que argumentan que no hay contradicción en las declaraciones, es medir sus palabras… ¿a santo de qué se piensa este caballerete que los españoles queremos que mida sus palabras respecto a un tema que afecta a nuestros bolsillos?... evidentemente no me referíré más que en este breve apunte al inmenso y nada diáfano campo de las promesas electorales y del dudoso arte de pintar, por cojones, la vida de color de rosa. Habría que pedir responsabilidad política y jurídica a los políticos (a todos los políticos, por si me sale algún sabiondillo con el argumento facilón del "pos tú más que yo") por sus promesas públicas.

Para acabar el pitoste, Solbes (seguramente en breve lo tacharán de traidor como a Rosa Díez, por decir lo que piensa), que parece ser el único que tiene medianamente los pies sobre la tierra, pone en entredicho la viabilidad del plan bucodental del ministro Bernat Soria (Sanidad) que pretende garantizar la gratuidad del dentista para todos los niños desde los siete a los quince años. Y no es que lo ponga en entredicho porque no le parezca bien, sino porque quizá deba estar cansado de que sus compañeros lancen propuestas, alegremente onerosas, dicho sea de paso, sin acompañarlas, y esto es lo importante, de su correspondiente carga de pelas en los próximos presupuestos generales del estado. Ya pasó con la Ley de dependencia y con la Ley integral contra la violencia de género, entre otras. Leyes con nombres de tinte electoralista y populista que, a la hora de la verdad, están huecas. Derechos vacíos. La oferta, claramente electoralista, repito, no se respalda por ningún presupuesto, ni, en consecuencia, por un cálculo mínimamente aproximado de lo que el Ministerio estaría dispuesto a aportar. Evidentemente, parece que al presidente Zapatero no le enseñaron, o no se cree, aquella máxima: “Una cosa es predicar y otra es dar trigo”. Yo tengo otra similar de creación propia y que creo que se adapta mejor a la situación: “Las promesas sin euros son como el que tiene tos y se rasca en los cojones”


EL TROVADOR ERRANTE

martes, 11 de septiembre de 2007

EL VERDADERO TROVADOR ERRANTE


Silvio Rodríguez, Palacio de Congresos de Granada, día 5 de Noviembre a las 21:00.

Desde luego que será para no perdérselo. Sus fans de toda la vida probablemente ya tengan las entradas (yo estoy en la fila 10) y a los que no les guste tanto, igual se apuntan por la sutil circunstancia consistente en que ver a Silvio Rodríguez en Granada, es algo bastante inusual, por no decir, como decía el otro, raro, raro, raro... Los que tuvieron ocasión de verlo la última vez que nos visitó pasan ya, por lo general, los cuarenta tacos.

Máximo exponente de lo que fue la Nueva Trova Cubana y que, estando en la madurez de su etapa artística, se encuentra, a mi humilde entender, en el mejor momento como poeta, como músico y como cantor. Es uno de los pocos mitos vivos en lo que a este tipo de música se refiere.

Y como colofón a este breve anuncio utilizaré esa palabra que tanto me gusta y que me ha servido para cerrar, casualmente, o no, algunos artículos anteriores... sí, no puedo evitar usarla porque es verdad... este concierto será IRREPETIBLE.


EL TROVADOR ERRANTE

jueves, 6 de septiembre de 2007

VINCERÓ!!!


Allá por el 94, yo tendría unos 15 años, me levanté una mañana temprano, en la que me lavé como los gatos y me vestí como si huyera de un incendio, para comprar la edición, recién llegada a los comercios, del concierto de los Tres Tenores en los Ángeles. Siempre dije que las maneras de Plácido Domingo, su elegancia y su interpretación eran las que más me gustaban pero, también reconocía que (yo era un chiquillo así que me importa un huevo la opinión de los entendidos) la voz de Pavarotti era, sin duda alguna, la que más me transmitía. A esa edad, me maravillaba de lo que veía. O mejor dicho de lo que escuchaba. Mejor aún, de lo que sentía escuchando. Yo no tenía, ni tengo, formación musical para valorar según qué matices. Pero sobre todo mi admiración venía dada y ofrendada a ese inconcebible cantar sin esfuerzo. Y no me refiero a cantar sin esfuerzo tonadas como el "Patio de mi Casa" o "La cabra, la cabra, la puta de la cabra "sino, por poner un ejemplo famoso, el conocido Nessun Dorma de Turandot. Domingo y Carreras lo hubieran podido cantar, y, de hecho, se lo he escuchado a los dos. No hay tacha para ninguno. Pero cuando lo hacía Pavarotti, yo no sé si en puridad lo haría mejor o peor, a mí me transmitía algo a lo que los demás no llegaban. Y si no es así ¿por qué siempre que lo interpretaban los tres, Carreras y Domingo le dejaban a Pavarotti, en una especie de acuerdo reverencial, que se luciera cantando el emotivo final? No hablo de teoría musical, hablo de sentimientos y emociones que salen a flor de piel en un muchacho de quince años.

Hoy ha muerto el llamado Tenor del Pueblo. Como he dicho antes, utilizaré un sinónimo para que no se repita, me importa un cojón, o dos, lo que digan los entendidos sobre su valía musical. El caso es que ese nombre le hace justicia. Pavarotti acercó la ópera a gente que no teníamos ni puta idea de ópera. A gente del pueblo. A los que no nos sentamos en palcos sino en el gallinero. Y eso no todos los puristas han sabido hacerlo. Gracias a él, gente lega en la materia llegamos a tararear de memoria fragmentos de obras magnas como Nessun Dorma de Turandot (Puccini), Libiamo de la Traviata, La donna e movile de Rigoletto (ambas últimas de Verdi), el Ave María de Schubert o, por qué no, el Granada de Lara.

Será inolvidable su figura en un escenario. Orondo, simpaticón, con un pañuelo en la mano para secarse el sudor y con pinta de rey hebreo. Quitándole hierro, seriedad y solemnidad al espectáculo cuando se lo podía permitir.

Hoy mis pensamientos, mis lágrimas, miles de recuerdos emotivos de miles de momentos y mis letras van para el Tenor del Pueblo… allá donde estés, canta… canta tan alto como jamás lo hiciste: Dilegua, o notte! Tramontate, stelle! Tramontate, stelle! All'alba vincerò! vincerò! vincerò! ...


El Trovador Errante

lunes, 3 de septiembre de 2007

"SI TUVIERA RESPUESTAS PARA TODO ESTARÍA ENSEÑANDO TEOLOGÍA EN PARÍS"

Si en el ámbito cinematográfico es “El Padrino” quien cierra la puerta al cine clásico para abrírsela al moderno, quedándose dicha película justo debajo del quicio, en literatura, la obra moderna que combina magistralmente un clásico con el tirón del bestseller, la novela histórica, la trama policíaca y una impecable narrativa, es, a mi humilde entender, “El Nombre de la Rosa”. Yo no seré un gran sabio de la narrativa moderna, los estilos y demás. Pero como lector no tengo por qué estar debajo de nadie. Rara vez he visto una aleación tan perfecta entre la Filosofía, la Historia, el Arte, una trama que desborda la imaginación y una narración sin tacha. A pesar de los incontables intentos posteriores por conseguir una mezcolanza similar, nadie, creo poder afirmarlo, ha podido lograrlo. Todas las imitaciones que han venido después se han quedado en agua de bestseller de verano. Muy agradables de leer en ciertas ocasiones, todo sea dicho, pero que, irremediablemente, caerán en la cuna del olvido.

Es un libro que merece la pena ser leído varias veces para ir captando nuevos matices. Nada en este libro es único. Siempre hay varios caminos dónde cada cual puede marcar sus acentos. ¿Qué pesa más?... ¿el Arte, la Historia o la Filosofía?... ¿cuál es la trama principal?... ¿los crímenes de la abadía o las luchas intestinas dentro de una Iglesia cuyos conciliábulos políticos alcanzan al mismísimo trono del Emperador?... ¿cuál es el hilo conductor?... ¿la vida de Adso de Melk o la imagen de una vida monástica en decadencia?... ¿dominicos o franciscanos?... ¿ciencia o fe?... por supuesto, no hay que elegir, yo me quedo con todo.

No hablaré de los personajes porque entonces el campo para la exposición y el debate se tornaría infinito. En cualquier caso, valga apuntar que el hecho de que muchos de los protagonistas de la obra sean históricos (Michelle da Cesenna, Ubertino da Casale, el propio Guillermo de Baskerville - inspirado en Guillermo de Occam - …) hace que el recorrido entre la realidad y la ficción se vuelva mucho más fascinante.

Podría recomendaros capítulos, pasajes, frases… es, sencillamente una obra perfecta, de principio a fin. Irrepetible.

El Trovador Errante